Hiperadrenocortismo felino (Síndrome de Cushing)

 
 

El hiperadrenocorticismo, también conocido como Síndrome de Cushing, es una enfermedad poco común  que se desarrolla por el  exceso de una hormona llamada cortisol en sangre circulante de manera crónica.

¿CUAL ES LA CAUSA  DEL HIPERADRENOCORTICISMO?
Este exceso de cortisol, que  se produce en el cuerpo en las glándulas adrenales, puede deberse a un tumor localizado en éstas o bien en la glándula hipofisaria, que controla su secreción mediante la producción de ACTH y está situada en el cerebro.

Cuando el síndrome de Cushing está causado por un tumor en las glándulas adrenales se denomina Cushing adrenal (o hiperadrenocorticismo adreno-dependiente), y cuando es causado por un tumor de hipófisis se denomina Cushing hipofisario (o hiperadrenocorticismo hipófisis-dependiente).

Aproximadamente la mitad de los casos de tumores adrenales son tumores malignos (carcinomas) y la mitad benignos (adenomas). La mayoría de los hipofisarios son benignos y muy pequeños (de 3-4 mm de diámetro) pero en ocasiones pueden verse tumores más grandes y de comportamiento maligno.

También puede producirse por la administración de corticoides durante largos periodos de tiempo (Síndrome de Cushing iatrogénico)

¿ES MUY FRECUENTE EL SINDROME DE CUSHING EN GATOS?
No, es muy poco frecuente,  únicamente se han comunicado en la literatura veterinaria 70 casos en los últimos 15 años. Todas las causas que lo producen son raras, mucho más que en los perros. Sin embargo, los propietarios de gatos deben conocer los síntomas si sus gatos reciben corticoides de manera reiterada. En la forma espontánea, los tumores de hipófisis son mucho más frecuentes que los de glándula adrenal.

¿HAY ALGUNA RAZA O EDAD PREDISPUESTA?
El Síndrome de Cushing ocurre en gatos de mediana edad y ancianos. Puede afectar a distintas razas incluyendo persas, abisinios y gatos comunes de pelo largo, pero la mayoría de los casos se han descrito en gatos comunes de pelo corto.

¿QUE SIGNOS PUEDE MOSTRAR MI GATO?
Los signos que se observan con más frecuencia son poliuria y polidipsia (el gato bebe y orina en exceso), aumento de apetito, agrandamiento del abdomen, letargia, debilidad muscular, empobrecimiento y pérdida del pelo,  curvatura de la punta de las orejas y desarrollo de una piel muy delgada y frágil, tan frágil que se forman hematomas y se puede desgarrar fácilmente.

La mayoría de los gatos que padecen este síndrome también padecen Diabetes Mellitas porque el cortisol interfiere con los efectos de la insulina. Debido a esta interferencia, la diabetes es difícil de controlar: una de las razones por las que puede sospecharse un Cushing en un gato es el desarrollo de una diabetes de difícil control a pesar de la administración de elevadas dosis de insulina. En esta situación los signos más comunes son los asociados con la diabetes (aumento de consumo de agua y de micciones, aumento de apetito, pérdida de peso)

¿COMO SE DIAGNOSTICA?
No siempre se diagnostica con facilidad, y normalmente requiere múltiples análisis de sangre, orina y técnicas de diagnóstico por imagen.

Los primeros tests que se realizan son un análisis rutinario de sangre, lo que descarta otras enfermedades comunes como enfermedad renal e hipertiroidismo. Los análisis de orina pueden ser útiles para descartar enfermedad renal, diabetes mellitus y detectar  infecciones bacterianas en la vejiga, que son complicaciones comunes tanto en Síndrome de Cushing como en la Diabetes.

El diagnóstico del Síndrome de Cushing causado por la administración durante periodos largos de tiempo  de corticoides se basa en la historia clínica y en el desarrollo de signos clínicos típicos y anormalidades sanguíneas. La forma espontánea es más difícil de diagnosticar y requiere otro tipo de tests más especializados (estimulación con ACTH, test de supresión con dexametasona). Para realizar estos tests hay que extraer múltiples muestras de sangre a distintas horas, lo que puede requerir que se hospitalice al gato durante uno o dos días.

Una vez diagnosticado, pueden ser necesarios otros análisis y técnicas de diagnóstico (radiografías, ecografías, resonancia magnética…) para determinar si se trata de un tumor adrenal o hipofisario con el fin de elegir el tratamiento más adecuado.

Si se debe a la administración de corticoides es imprescindible retirar esta medicación, aunque nunca se debe hacer de manera brusca sino paulatinamente, ya que el gato se ha hecho dependiente de los mismos y la interrupción brusca podría tener fatales consecuencias. La dosis se irá reduciendo gradualmente, durante un periodo de tiempo que dependerá de las dosis que estuviera recibiendo y el tiempo que lleve con la medicación.

Cuando se debe a un tumor adrenal, el mejor tratamiento consiste en extirpar quirúrgicamente la glándula (adrenalectomía). Esta operación es delicada porque los altos niveles de cortisol circulante predisponen a los gatos a padecer tromboembolismos (coágulos) y alteraciones en la cicatrización.  Además estas glándulas están muy cerca de un gran vaso sanguíneo (la vena cava caudal) por lo que el riesgo de hemorragia es elevado.

El tratamiento de los tumores hipofisarios es aún más complicado. En los humanos se extirpa la hipófisis (hipofisectomía), técnica que es extremadamente complicada y aunque se ha intentado en varias partes del mundo sólo se ha podido realizar en muy pocos gatos. Otro posible tratamiento es la radiación, aunque se han tratado muy pocos casos, por lo que se desconocen aún sus efectos secundarios.

Como tratamientos médicos se han probado diversos medicamentos para ambos tipos de Cushing, como el ketoconazol, metirapona y aminoglutemida. Desgraciadamente, los porcentajes de éxito han sido muy variables y algunos gatos no han respondido a ninguno de ellos. El mitotano, efectivo en perros, apenas tiene efecto en los gatos. El trilostano, de reciente incorporación al mercado, es el tratamiento de elección en perros en la actualidad y podría ser una alternativa en el futuro.

¿CUAL ES SU  PRONOSTICO?

El Síndrome de Cushing es una enfermedad grave y su pronóstico es reservado. Existen muy pocas opciones de tratamiento, éste puede ser muy caro, muy estresante para el gato y su dueño, y desgraciadamente no hay garantía de curación. Incluso cuando “funciona”, menos del 50% de los gatos sobreviven más de 1 año tras el diagnóstico. No obstante, se espera que este sombrío panorama pueda mejorar en el futuro al incorporar nuevas opciones de tratamiento.

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